23 de noviembre: Marcelo Gallardo, técnico de River, asegura que “le da mucha pena” el fútbol argentino y la decadencia que lo rodea. Una frase que -en tiempos de homenajes- no hace mucho honor a Diego Maradona porque recordemos: “lástima a nadie, maestro”. Así como tampoco genera lástima alguna que el “Muñeco” no haya podido ganar -como DT- justamente un torneo local en Argentina. Tiene varios internacionales.
25 de noviembre: luego de conocerse la noticia de que la Copa Liga Profesional pasaría a llamarse Diego Maradona, algunos periodistas de Buenos Aires se quejan: según estos, rebautizar el inédito torneo que idearon en AFA para retomar la actividad luego de la larguísima suspensión por la pandemia, no supone un homenaje a la altura del 10. Incluso podría representar “una ofensa” para el ídolo.
4 de diciembre. Un matutino porteño anuncia el partido de ayer titulando: “Unión va en busca de la clasificación ante el puntero del grupo de Racing”. Racing, que perdió cinco de seis partidos, que ya estaba eliminado y cuyo técnico dijo apenas transcurridos tres partidos de la -en ese entonces- Copa Liga Profesional: “Hemos intentado lo suficiente en esta copa. Ahora pondremos juveniles. La prioridad es la Libertadores”. El propio Gallardo puso suplentes durante gran parte del torneo.
5 de diciembre. Atlético, consigue su sexta victoria consecutiva, algo que jamás había logrado en Primera. El partido quizás sea el mejor del fútbol argentino en este reducido 2020.
El 5 a 3 a Unión no significa contradecir absolutamente todo lo anterior, para nada. Tampoco una reivindicación de nuestro fútbol, claramente viciado en muchos aspectos. Pero bien vale ponerlo en un calendario de sucesos que hablan de invisibilización de la sensación actual del fútbol argentino: Atlético. Porque mientras todo eso sucedía, el equipo de Ricardo Zielinski construía una campaña perfecta: seis partidos, seis triunfos, 19 goles a favor y 11 goleadores diferentes. Una campaña que, por más perfecta que sea, no tuvo mucha repercusión nacional y quizás vaya siendo hora de que la tenga.
El triunfo fue sacado del mismo molde con el que Atlético consiguió los otros: atacando, atacando y contraatacando. Sigue recibiendo goles (tuvo algunos errores atrás) pero es tal su capacidad ofensiva que cambiar goles por goles con este equipo no parece ser negocio. No lo fue para Unión que empezó 0-2 y después, cada vez que hacía un gol, recibía otro de Atlético.
La lista de goleadores se agrandó a 11 para el equipo: Augusto Lotti le sacó el penal de las manos a Matías Alustiza con la seria intención -justamente- de sumarse a la fiesta de goles de Atlético en este torneo (tiene 19). Ya en la fiesta, se relajó y marcó otro. Como contra Racing en Avellaneda (la primera señal de una fase soñada para el equipo), Kevin Isa Luna y Guillermo Acosta entraron y marcaron.
El resultado daba la sensación de ser más propio de partidos de décadas como la del 60’ o 70’, con marcadores abultados. En eso también tuvo mucho que ver Unión. El análisis lo incluye aún en la derrota con dos goles de diferencia. El equipo de Juan Manuel Azconzábal venía de jugar entre semana y quedar eliminado en la Copa Sudamericana y ofreció más que resistencia. Jamás se dio por vencido.
Antes del partido, si veíamos la tabla, un empate mantenía a Atletico invicto y clasificaba a Unión. ¿Resultado puesto antes de tiempo? Nada de eso. Los dos equipos salieron a ganar.
Con la llegada de la Superliga hace unos años, los dirigentes intentaron instalar de que el fútbol argentino era un “producto” digno de exportar. Los constantes problemas y malas decisiones provocan varias burlas en referencia al bendito “producto”. El sarcasmo está a la orden del día. Pero ayer, entre las 17.10 y las 19, no hubo espacio para sarcasmo. No en el Unión 3-Atlético 5. El “producto” fue de calidad. Y el hecho que haya sido en la Copa Diego Maradona no le quedó grande. Para nada.